¿Te has preguntado alguna vez qué es el control?
Te propongo verlo desde otro punto de vista. La vida es espontánea, sino fíjate ahora en la primavera en su explosión floral, en los campos verdes. Yendo un poco más allá ¿que puedes decir del surgimiento de la amistad, del amor, de lo que es justo?… pasa lo mismo. Sin embargo, cuando establecemos planes, desaparece la espontaneidad y aparece el control y ya te has dividido entre el que controla y lo controlado. Y así nos pegamos la mayor parte de nuestra vida profesional, perdiendo ese equilibrio o paz.
Si no te lo crees, cuántas noches has perdido parte del sueño por no llegar a los objetivos.
Ahí, en ese control es dónde radican la mayoría de los conflictos, en esa falta de fluir, de espontaneidad.
¿Hay alguna solución? Yo desde luego no tengo la receta definitiva, aunque hace ya más de 15 años y siguiendo estas reflexiones, me di el permiso de trabajar en lo que realmente quería e hice más caso al corazón que a la mente. El resultado es que he sido más feliz y la vida me ha dado más de lo que podía pensar y planificar.
Quizás no es la solución definitiva, y sí un cambio y un fluir más constante con la vida y aquellos que nos acompañan. ¡Más que suficiente!